sábado, noviembre 14, 2009

Los hijos


Dos mujeres sacaban agua de un pozo. Otra mujer se acercó a ellas. Un viejecito se sentó en un banco de piedra a descansar un poco.
Una mujer le decía a otra:
--Mi hijo es ágil y fuerte. Nadie puede con él.
--Pues el mío canta como un ruiseñor --dijo la otra.
La tercera mujer callaba.
--¿Por qué no dices nada de tu hijo? --le preguntaron sus dos vecinas.
--¿Qué voy a decir? --respondió--. Es un chico común y corriente.
Las mujeres acabaron de llenar sus cubos y se fueron.
El viejecito las siguió. Las mujeres se paraban de vez en cuando. Les dolían las manos y la espalda, el agua se derramaba.
De pronto tres chiquillos vinieron corriendo hacia ellas.
Uno daba volteretas y giraba como una rueda. Las mujeres lo contemplaban admiradas.
Otro cantaba con gorjeos de ruiseñor. Las mujeres lo escuchaban embelesadas.
Yel tercero se acercó presuroso a su madre, le quitó de las manos los pesados cubos y se los llevó hacia casa.
Las mujeres le preguntaron al viejecito:
--¿Qué te parecen nuestros hijos?
--¿Y dónde están? --respondió el viejo--. ¡Yo no veo más que un hijo!
V. Oséieva
(ruso)

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